Volver a página principal

sábado, 18 de abril de 2009

Si te queda vida pa' quererme

Cuando destapó el frasco del chocolate unos ojillos sin párpados la miraron con curiosidad. En vez de asustarse y tirar el recipiente, se quedó mirando a esos diminutos ojos que se levantaban en un desierto pardo. ¿Cómo habrá llegado hasta allí?, se preguntó, dejando que el agua hirviese y que la cantina sonase por un largo rato. Su mente divagó por una maraña de ocurrencias y se imaginó a sí misma reptando por el techo de la cocina mientras la familia se alistaba para salir, en una mañana como cualquier otra, entre grititos y reproches por la tardanza y las demoras. Sin duda llegaremos tarde cómo ayer y nos llamarán la atención, escuchó decir al padre, o más bien oyó estos sonidos que emiten esos seres que viven en esas inhospitas cuevas, inmensas e innecesarias según pudo juzgar dadas las condiciones de su propio habitad. Los niños peleándose, la madre terminando de arreglarse mientas va de un lado a otro. Deja escuchar su risa y los rostros de la familia se vuelven hacia el techo. Se escurre por una viga. Aguarda un tiempo hasta que el silencio que ha convocado su risa es invadido por esas voces cotidianas, sonidos cotidianos.

Ahora están por dejar la casa, la cueva inhóspita e innecesariamente grande. Podrá salir en su excursión habitual por insectos y otras pequeñas formas de vida que la alimentan. Los seres han vuelto a sus gritos. Aprovecha para desplazarse hacia otra viga pero mientras camina un sonido desconocido la impresiona. Se trata de un artefacto brillante que emite un sonido ensordecedor mientras desde él se elevan húmedos y calientes vapores. Se distrae, regresa para mirar y cae.

Confundida, ve oscurecerse el entorno. Un portazo y ahora el silencio.


Luego de una noche tranquila y fresca, precedida de un momento de voces y otros sonidos y de otro silencio prolongado, el habitual ajetreo matutino la saca de un profundo sueño. Los niños empiezan a pelear y los padres a reprocharse las tardanzas y la demora. Un movimiento que le parece brusco le da la sensación de volar y la oscuridad de pronto desaparece, desde afuera unos ojos la miran con curiosidad mientras suena nuevamente ese artefacto.

César Eduardo Galarza

No hay comentarios:

Publicar un comentario

SOMBRA LABRADA (A propósito de la Sinfonía de los Antepasados y de la primera edición del Concurso Ismael Pérez Pazmiño)

Hugo Salazar Tamariz desarrolla su vida profesional y el grueso de su obra literaria en Guayaquil. Es en esta ciudad donde su nombre se liga...